Buenos días queridos eurolectores...
¡Que el ritmo no pare, no pare no! Y seguimos con las canciones de Eurovision que nos pellizcaron el corazón y formaron pasar parte de la banda sonora de nuestra vida de la mano de Islandia, en la que una gran mayoría de vosotros coincidiréis conmigo en que es la mejor representación de dicho país desde su debut en 1986. Is it true? (¿Verdad?).
Curiosamente en el año en el que la banca islandesa tuvo que ser rescatada por Rusia, que se encargó de comprar el sistema financiero de la isla polar para reflotar su economía, en Moscú, la capital de la nación salvadora, se produce la participación del estado salvado a través de su televisión pública (RUV) que fue abanderada por Yohanna, de nombre real Jóhanna Gudrún Jonsdottir, que tenía cumplida la mayoría de edad y belleza para parar un tren.
La niña ganó la selección de nombre impronunciable el 14 de febrero y actuando en última posición, más exactamente octava. Recibió el apoyo de los islandeses consiguiendo recopilar 19.076 llamadas, nueve mil más que el concursante que fue segundo.
La canción fue ideada y cantada en inglés desde el principio, lo cual no varió pero sí fue modificada la preciosa primera versión con unos arreglos que la hicieron más elegante y poderosa, si es que eso era posible. Lo que sí está claro es que con cualquiera de las dos versión hubiera saboreado el Top 5 porque es una melodía que conquista a cualquier erizándole el vello.
La escenografía propuesta por los rusos esa magnificente, con un escenario de aúpa y la mejor estética que ha tenido el certamen para ensalzar las canciones y hacer que cada una de ellas nos contaran una historia diferente.
A la candidatura islandesa se le quiso hacer una combinación etérea en la que Yohanna se moviera con su cello y su guitarra eléctrica por un cielo lleno de esponjosas nubes que se entremezclan con el mar en el que destacan un viejo barco pirata y un delfín volador que llamaba mucho la atención para finalizar con el cálido amanecer del que sólo se podría disfrutar en ese país, con amarillos y anaranjados que transmitían el ánimo de comenzar un nuevo día.
Día en el que hay que asumir que es verdad que se ha terminado la historia de amor que la protagonista decide finalizar y tirarlo todo por la borda a pesar de su chico nunca hubiera sido capaz de dejarle a ella de ese mismo modo.
El soberbio coro mixto de tres voces que le acompañó en el Olympic Indoor Arena de la capital rusa estaba compuesto por tres clásicos del festival contemporáneo, y es que Islandia cuenta con una población total de 320.000 personas, casi las mismas que Bilbao por poner un ejemplo, con lo que los artistas se conocen todos entre ellos y son amigos. Total que Yohanna fue cubierta por su predecesor Fredik Omar (2008), su sucesora Hera Björk (2010) y Erna Hrönn (coro en 2008, 2009 y 2010 así como aspirante en la preselección de 2011).
Desarrollando un juego vocal impecable y yendo vestidos de azul añil, en tonos que seguían la línea del vestido de la intérprete, el cual fue muy criticado por parecer demasiado barroco y ridículo con plumas y bolas que colgaban, así como ensanchar y remarcar sus curvas y las prietas y generosas carnes que suelen poseer las nativas del país. A título personal y desde el minuto uno me pareció una confección muy bonita y con inspiración en las hadas, que tan presentes están en la cultura del país.
Participó en la primera semifinal ganando a Turquía por dos votos, cosa que no era nada fácil siendo Turquía quien es y con la propuesta que presentaban de la mano de Hadise. Islandia alcanzó 174 puntos de todos los países, sumando siete 12's y tres 10's, siendo su puntuación más baja un 6 de Macedonia. Con lo que llegaba a la final con mucha opciones de ser segunda porque lo que estaba claro es que "el niño del violín" iba a llevarse el festival de calle.
Alexander Rybak era favorito desde antes de ganar la final nacional de Noruega y estuvo en las apuestas pagándose a una cuota de 2,XX € durante los 3 meses previos. El natural de Bielorrusia que vivía en el país nórdico desde niño iba a vivir su cuento de hadas (Fairytale) ese año, perjudicando con ello a la rubia nacionalizada islandesa por vivir allí desde casi recién nacida pero nacida en Copenhague (nuestra ciudad fetiche de 2014).
Rybak recolectó el record de puntos de la historia con 387 tantos y Yohanna se encargó de recibir la plata musical quedando atrás con 218, es decir, un margen bestial de 169 puntos. A Islandia no le votaron: España, Bélgica, Francia, Bosnia & Herzegovina, Ucrania, Serbia y Azerbaiyán. Mientras que a la representación noruega le votaron todos, incluído el ridículo 2 de Bulgaria y los 3's de República Checa y Turquía. Los 12's que le otorgaron a la balada de la verdad fueron tres. Dos naciones propensas a las canciones de este tipo: Malta e Irlanda, y el propio ganador.
Rybak, como uno de los grandes que es, tiene muchos defensores pero también algunos detractores (como yo) que no comprendemos esa abultada victoria en un año de tantísimo nivel, aunque debe ser una tónica del festival porque en 1994 y 1997 sucedió lo mismo, siendo dos añadas de gran calidad melódica. Sin embargo con Yohanna no se dan esos amores y odios pues no conozco a ninguna persona que no disfrute de esta pieza, lo que la hace especial por atrapar a la primera escucha.
Eurobesos para todos y mañana tendremos a "la number one" en el día que se juega el todo por el todo en el Andra Chansen de Melodifestivalen 2014. ¿Conseguirá ser una Survivor?