MI VISIÓN DE EUROVISION

Columna de opinión basada en la pasión que siento por el concurso, aderezada con unas gotitas de ironía, una pizca de acidez y puñados de diversión, que se actualizará diariamente abordando desde los temas de más rabiosa actualidad en el micromundo del Certamen Europeo, hasta los momentos inolvidables de la historia del Festival de la Canción.

19 marzo 2014

GRECIA 1991


Buenas días de nuevo mis queridos eurolectores,

Hoy os presento un tema muy especial para mí, pues cuando tenía ocho años y vi mi primer Festival de Eurovision me quedé impactado por una señora, que resultó después no ser tan señora sino una joven envejecida, que cantaba como los ángeles con una canción muy especial, diferente, frágil. Ahora, veintitrés años después escribo sobre ella con todo el cariño que pueda contener en mi corazón y lo expresaré de la forma que mejor me permita mi humilde sensibilidad artística. Os hablaré de I Anixi y Sophia Vossou.

Cuando en la Grecia antigua, hace muchos siglos, fue poco a poco tomando forma el pensamiento humanístico de esa gran y clásica cultura que estaba basada entre otras temáticas en la mitología, y donde se daba una religión politeísta. Existían miles de aventuras y leyendas que formaban su historia y religión, y éstas eran plasmadas por los grandes escritores de la época, desde lo trágicos hasta los cómicos para que cientos de años después pudiéramos comprender su mundo, su visión de las cosas, y sus creencias.

De los miles de paisajes que conformaban el mundo mitológico helénico, hay uno que tiene especial importancia, uno que todos conocemos, y uno que todos alguna vez en nuestra vida hemos nombrado; y no es otro que el Monte Olympo, paraíso en el que residían todos los Dioses y en donde decidían el devenir del mundo y encontrarse y mezclar el disfrute de los placeres más hedonistas y las tramas y conspiraciones más oscuras entre ellos.

Si estos pensadores, o mejor aún, si los omnipotentes Dioses hubieran sabido que a día de hoy una helena, un sencilla humana, tendría un don que la haría merecedora de compartir su reino, rápidamente mandarían a la Tierra a algún semidiós con la misión de deshacerse de ella, acto que era muy común cuando algún ser humano tenía la osadía de enfrentarse a ellos.

Comentábamos antes que esta humana, de carne y hueso, cuenta un don especial que le hace merecedora del título divino, y ese don no es otro que su VOZ, una voz de cristal, una voz transparente, una voz luminosa, una voz como la de las ninfas que habitaban en los bosques y montes griegos, y que emitían cantos que embelesaban a sus víctimas.

Sophia Vossou, apodada por mí "la Voz de Cristal", participó en la selección nacional de la ERT que se celebró recién entrada la anixi (primavera) el 29 de Marzo de 1991. Dicha gala fue conducida por Dafni Bokota, que luego durante muchos años fue la comentarista del certamen. En esa preselección no se cantó en directo, detalle cuanto menos peculiar para elegir a alguien que en un concurso debía batirse el cobre con sus habilidades vocales en riguroso directo con orquesta y que por otro lado no le hizo falta a Sophia para vencer, pero en caso de haberlo hecho hubiera sacado más ventaja al resto de participantes.

El método que se usó fue simplemente el poner los videoclips que se habían rodado de las canciones participantes, y después un jurado formado por expertos eligió su ganadora, pero no votaron cada uno de los expertos que formaba el jurado a cada una de las canciones, sino que votaron de forma secreta, y después de contabilizar los votos se dijeron las tres canciones que habían quedado primeras, vamos muy transparente todo... Estos fueron los resultados:

3º Louisa Konne – Mia melodía
2º Lia Vissi – Agapi ti gi – 37 puntos (que represento a Chipre en 1985, y formo parte del coro de Elpida por Grecia en 1979).


Y la ganadora, de calle, fue Sophia con 53 puntos, 16 puntos de ventaja sobre la segunda. Así pues la bella balada con toques helenos gano al himno griego de Lia Vissi, y con ello su pasaporte a Italia, lugar donde la celebración de la trigésimo sexta edición de Eurovision corría serio peligro, y se dudaba si llegaría a realizarse....


Debido a que la guerra del Golfo Pérsico estaba en todo su cenit y a que había una amenaza latente de que estallara la guerra civil de los balcanes, el Festival de la canción de Eurovisión estuvo en la cuerda floja durante muchísimos meses, de hecho se decidió bastante tarde su celebración, lo cual obligó a los italianos a hacer un evento de ese calibre a marchas forzadas. La ciudad original donde se pensaba realizar el concurso era la mediterránea Sanremo, cuna del festival del mismo nombre y padre del que nosotros amamos, pero al final se consideró que podía haber problemas de seguridad y un mes antes se trasladó el enclave a la capital itálica, la cual además nunca había acogido una edición en su seno pues en 1965 se desarrolló en Nápoles.

En el plató número 15 de Cinecittà, a las afueras de Roma, se montó un decorado sin pies ni cabeza pero con un punto común muy especial, los restos del atrezzo usados para importantes películas rodadas allí. En el “sanremístico” stage con sabor a Italia se podían encontrar efigies de leones, que hacían de cancerberos a las bambalinas del escenario, edificios en 3D y bidimensionales haciendo que el escenario pareciera más profundo de lo que en realidad era, y finalmente con toda la orquesta en el lado izquierdo de la pastilla central.

Se dieron cita un gran número de baladas y un elevado número de intérpretes femeninas de gran belleza y elegancia.
Sumado a esto hay que señalar la especial realización que hizo la RAI, usando primeros planos para casi todas las actuaciones y los tan manidos por esa época fundidos de dos imágenes. Mientras que para las votaciones, la realización se basó casi todo el rato en planos de la green room y los artistas, mientras que apenas podíamos seguir las votaciones pues cada cinco minutos enfocaban durante 2 segundos el scoreboard.

Unos presentadores muy cariñosos a la vez que poco duchos en las artes de la presentación, daban paso a las sublimes “cartolinas” (postcards) donde los interpretes cantaban conocidos temas italianos, y también tenían el papel de presentar a los mismísimos representantes de las naciones congregados para ese festival, en las entradas y salidas al plató. Todo iba bien con ellos hasta que llegaron las votaciones, y el seco Frank Naef se puso más nervioso que nunca con la lentitud y capacidad burlesca de Toto, y el nulo conocimiento del inglés de Gigliola... Pese a ello han sido los presentadores que han dejado más huella en la historia de nuestro eurofestival, y aun se recuerdan frases como: “Silenzio di tumba” “Grande, Brava”, o el tan usado por un servidor “Aplaudiamola”.

Pues bien, después de acabar Malta de actuar en tercer lugar, que se incorporó ese año debido a la baja que causó Países Bajos, dieciséis años después de su marcha en 1975; y antes que el país helvético saliera a escena; el Grande Toto hizo la introducción a otro país mediterráneo, “la Grece”, y a su representante, una cantante y presentadora que venía de Atenas aunque había nacido en Patras en 1961, la joven Sophia Vossou de 29 años de edad en aquel momento aunque no lo parezca.

Una vez finalizada la interpretación de Carusso de Lucio Dalla de la mano de la Voz de Cristal, una sublime interpretación de un complicado tema, Toto sale en imagen junto a la Diva para presentarla de forma cariñosa hasta llegar a tirarle un beso con la mano.

Vestida, peinada y maquillada por su peor enemigo, de forma excesivamente rancia y clásica pero con muchísimo glamour y elegancia salió a escena la griega, un traje negro, bordado todo con guiños a los que serían flores, y coronados los capullos con brillantes a juego con los brillantes que ribeteaban, tanto el cuello estilo barco como las muñecas. Y acompañando al vestido un mantón de gasa de tul, también en negro que le da un aire distinguido al mover Sophia los brazos de forma tan efusiva, y le confirió el apodo de "La Mosca".


No llevaba ninguna joya, exceptuando unos enormes pendientes de brillantes, diferentes entre sí y que destacaban de gran manera, y una alianza en su dedo anular izquierdo, la alianza de su matrimonio con el autor y compositor de la canción a la vez que guitarrista que la acompaño en Roma, Andreas Mikroutsikos. 

Comienza la actuación con una orquesta potente, unos violines de ensueño y unas trompetas de grandeza, que le hacían unos bellos acordes en forma de respuesta a las estrofas que iba cantando la griega; ella comienza con una voz suave, grave, triste, que es por otro lado muy difícil de mantener en una situación de nervios como es la de representar a tu país en el Festival de Eurovisión, pero al cantar la segunda parte de la estrofa se sube de octava, sacando un color de voz totalmente diferente, y haciéndola brillar como solo una gran artista sabe hacerlo. Mientras que con miradas de concentración y de fuerza hace que vibremos viéndola.

Se abre paso un arrollador estribillo, cantado en la octava superior, como ya venía haciendo Sophia, y disfrutando de él, sin plantearse lo que vendría a continuación. Cuando está terminando el estribillo...


...éste se enlaza con el saxofón que más ha dado que hablar en la historia del Eurofestival, junto a su saxofonista, que es el músico del show al que se le han dedicado las más bellas palabras que existen por parte de todos y cada uno de los amantes del evento musical, brindándole sus mejores cumplidos y recuerdos a la madre del santo músico al que vemos en la imagen superior.

Me gustaría poder leerle el pensamiento a “la Voz de Cristal” para saber que piensa una persona que está dando todo al 100% para sacar una cosa adelante y llega un incompetente y la destroza en tres segundos de forma cruel y por supuesto sin mala intención su proyecto profesional. Así que al dar comienzo la segunda estrofa del tema, Sophia que tenía como coreografía el empezarlo como vemos en la siguiente imagen, sintió más que nunca en su vida ese gesto, imagino que pensando un... Why me? que al año siguiente saborearía las mieles del triunfo.


A todo esto, lo opuesto al saxofón, o sea los bellos violines y las brillantes trompetas irrumpen de nuevo en la obra para darle el paso a la Vossou y que siga cantando los restos del naufragio musical que capitanea... Ella brilla de nuevo, erigida como una madre que está viendo como su hijo ha sido apaleado, mantiene la cabeza alta y calma su rabia para transmitir el arte que corre de sus cuerdas vocales. Canta la estrofa con más fuerza aún si cabe que la primera, se crece ante la adversidad, y da una lección de poder helénico regresando a un estribillo de fuerza hercúlea donde el crescendo es supremo a cada nota que pasa, y donde el final del mismo enlaza en singular belleza con el puente...

… un puente especial, de dulzura primaveral, donde la flauta travesera tiene un importante papel, donde toda la fuerza de una obra se reduce de repente, en un instante, al amor elevado a su máxima expresión, donde “la Voz de Cristal” se hace añicos, rota por la ternura. Y de repente en una eclosión, como la que se produce en primavera al brotar los frutos y las flores, explota el puente en unas frases onomatopéyicas, donde Sophia hace un alarde vocal increíble.

Mientras que el cenit se va acercando, con el cambio de tono producido por el puente, llegamos al estribillo final; donde Sophia va pisando fuerte, como Atila, demostrando su  poder, y acercándose las 2 frases finales, los violines vuelven a tomar especial protagonismo, acompañándola en un cierre apoteósico, que pasa de unos brazos abiertos con un abrazo a sí misma en el mismo instante que muestra una sonrisa de victoria, mirando al cielo; como una autentica Diosa.

Su despedida fue rápida, por la puerta grande, con una sonrisa, mientras Gigliola le decía: “Brava! Brava!” Sabiendo que se habían desvanecido todas las opciones al triunfo de la gran favorita del año por parte de los medios de comunicación y las casas de apuestas.


Es una pena, que una actuación que ha pasado a la historia del concurso como una de las más especiales, recordadas, veneradas, que siempre ha tenido un gran impacto entre los eurofans que la conocen por primera vez, quedara tan mal en las votaciones. No sabremos nunca si realmente el saxofonista la hizo quedar décimo tercera en vez de ayudarla a tener un Top 5, si quizá lo que estropeó la actuación fue el idioma griego usado en la performance del 4 de Mayo, o si la imagen tan clásica de ella no convenció en absoluto. A mi personalmente me da igual, me quedo con su clasicismo y su sobriedad, y los puntos para otro... que como todos sabemos; nunca ganan las mejores, y se producen grandes injusticias con grandes temas.

La votaciones fueron muy especiales, porque como he dicho ya, apenas pudimos ir siguiéndolas mientras observábamos el scoreboard, ya que el realizador italiano prefirió hacer una realización especial del momento más álgido de la noche, al dedicarse durante más de una hora que duraron los votos a emitir por la red de Eurovision las caras de los interpretes mientras recibían los votos; cosa de nunca se había, ni se ha visto en 58 ediciones del certamen, excepto en esa.

Debido a la disposición de las mesas de la "sala de la esperanza", los tres países que se jugaron las plazas 4ª, 5ª y 6ª, rodeaban de forma que dejaban cerrada a la mesa de la delegación griega y a Sophia Vossou, a la que podemos ver durante todas las votaciones muy seria, siguiéndolas con interés y especial concentración, posiblemente por la mala sonorización y el mucho ruido del salón, y encima con un scoreboard que no aparecía apenas. También se la ve en determinados momentos divirtiéndose y sonriendo aunque debía estar pasando un momento horrible, pues ser favorita durante la semana de ensayos, y luego llevarse ese chasco, debió ser un momentazo total...  Pues encima de eso, la pobre helena tuvo que soportar los chillidos de Georgina Abela cuando Malta recibía algún doce, las caras de flipada de Sandra Simó cuando le daban votaciones altas, y el histerismo español en la parte central de las votaciones por ir primeros y estar luchando por la victoria.

A pesar de esos gajes del oficio de representante de un país en tan magno evento, se ve que Sophia se alegraba cuando votaban a los demás, y sobre todo a ¡España! Pues aplaudía a rabiar.  Aunque Sophia sonreía de agradecimiento cada vez que le daban algún puntejo durante las votaciones, solo fue capaz de sacar 36 puntos, recibidos de:

12 puntos: Ni Chipre se los concedió, dándole el placer a España de recibirlos...
10 puntos: Chipre
5 puntos: Malta y España (que por una vez hizo lo que debía)
4 puntos: Yugoslavia e Israel
2 puntos: Austria e Italia
1 punto: Irlanda, Noruega, Finlandia, Bélgica

O sea, por lo tanto, de 21 países, le concedieron puntos 11 de ellos, lástima que las concesiones fueran tan bajas, pues de haber sido un poco más altas de 7º u 8º puesto no se hubiera librado. Fue y sigue siendo a día de hoy una de las grandes injusticias del ESC, aunque ha habido tantas otras... gracias a Dios el 21 de Mayo de 2005 fue vengada por Helena Paparizou, y Grecia finalmente obtuvo la victoria que merecía desde 1991.

Os dejo el ensayo del tema durante los días previos, que es un documento gráfico inolvidable y entrañable.


I Anixi es una canción de amor, una canción en la que el objetivo final es soñar con la pasión de tener cerca al ser que amas, una canción en la que se relata el anhelo de tener cerca al ser que llena tu interior, e invade hasta lo más íntimo de tu ser. Con una descripción metafórica de lo feliz que le hace al ser humano el ser correspondido en el amor.

Os ruego mil disculpas por haberme extendido tanto, pero tenía pendiente hacer este sentido homenaje al mayor maltrato del acontecimiento anual melódico de Europa. Eurobesos para todos y mañana vendrá la medalla de bronce de la mano de Patricia Kaas y Et s'il fallait le faire por FRANCIA en 2009.

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