Buenas días de nuevo mis queridos eurolectores,
Hoy os presento un tema muy especial para mí, pues cuando tenía ocho años y vi mi primer Festival de Eurovision me quedé impactado por una señora, que resultó después no ser tan señora sino una joven envejecida, que cantaba como los ángeles con una canción muy especial, diferente, frágil. Ahora, veintitrés años después escribo sobre ella con todo el cariño que pueda contener en mi corazón y lo expresaré de la forma que mejor me permita mi humilde sensibilidad artística. Os hablaré de I Anixi y Sophia Vossou.
Cuando
en la Grecia antigua, hace muchos siglos, fue poco a poco tomando forma el
pensamiento humanístico de esa gran y clásica cultura que estaba basada entre
otras temáticas en la mitología, y donde se daba una religión politeísta. Existían miles de aventuras y leyendas que formaban su historia y religión, y éstas eran
plasmadas por los grandes escritores de la época, desde lo trágicos hasta los
cómicos para que cientos de años después pudiéramos comprender su mundo, su
visión de las cosas, y sus creencias.
De
los miles de paisajes que conformaban el mundo mitológico helénico, hay uno que
tiene especial importancia, uno que todos conocemos, y uno que todos alguna vez
en nuestra vida hemos nombrado; y no es otro que el Monte Olympo, paraíso en el que residían todos los Dioses y en donde decidían el devenir del mundo y encontrarse y mezclar el disfrute de los placeres más hedonistas y las tramas
y conspiraciones más oscuras entre ellos.
Si
estos pensadores, o mejor aún, si los omnipotentes Dioses hubieran sabido que a
día de hoy una helena, un sencilla humana, tendría un don que la haría
merecedora de compartir su reino, rápidamente mandarían a la Tierra a algún
semidiós con la misión de deshacerse de ella, acto que era muy común cuando algún ser humano tenía la osadía de enfrentarse a ellos.
Comentábamos
antes que esta humana, de carne y hueso, cuenta un don especial que le hace
merecedora del título divino, y ese don no es otro que su VOZ, una voz de
cristal, una voz transparente, una voz luminosa, una voz como la de las ninfas
que habitaban en los bosques y montes griegos, y que emitían cantos que
embelesaban a sus víctimas.
Sophia
Vossou, apodada por mí "la Voz de Cristal", participó en la selección nacional de la ERT que se celebró recién entrada la anixi (primavera) el
29 de Marzo de 1991. Dicha gala fue conducida por Dafni Bokota, que luego durante
muchos años fue la comentarista del certamen. En esa preselección no se cantó en directo, detalle cuanto menos peculiar para elegir a alguien que en un concurso debía batirse el cobre con sus habilidades vocales en riguroso directo con orquesta y que por otro lado no le hizo falta a Sophia
para vencer, pero en caso de haberlo hecho hubiera sacado más ventaja al resto
de participantes.
El método que se usó fue simplemente el poner los videoclips que se
habían rodado de las canciones participantes, y después un jurado formado por
expertos eligió su ganadora, pero no votaron cada uno de los expertos que
formaba el jurado a cada una de las canciones, sino que votaron de forma
secreta, y después de contabilizar los votos se dijeron las tres canciones que
habían quedado primeras, vamos muy transparente todo... Estos fueron los resultados:
3º
Louisa Konne – Mia melodía
2º
Lia Vissi – Agapi ti gi – 37 puntos (que represento a Chipre en 1985, y formo
parte del coro de Elpida por Grecia en 1979).
Y
la ganadora, de calle, fue Sophia con 53 puntos, 16 puntos de ventaja sobre la segunda. Así pues la bella balada con toques helenos gano al himno griego de Lia
Vissi, y con ello su pasaporte a Italia, lugar donde la celebración de la trigésimo sexta
edición de Eurovision corría serio peligro, y se dudaba si llegaría a realizarse....
Debido
a que la guerra del Golfo Pérsico estaba en todo su cenit y a que había una amenaza latente de que estallara la guerra civil de los balcanes, el Festival de la canción de Eurovisión
estuvo en la cuerda floja durante muchísimos meses, de hecho se decidió
bastante tarde su celebración, lo cual obligó a los italianos a hacer un evento
de ese calibre a marchas forzadas. La ciudad original donde se pensaba realizar el concurso era la mediterránea Sanremo, cuna del festival del mismo nombre y
padre del que nosotros amamos, pero al final se consideró que podía haber problemas de seguridad y un mes antes se trasladó el enclave a la capital itálica, la cual además nunca había acogido una edición en su seno pues en 1965 se desarrolló en Nápoles.
En el plató número 15 de Cinecittà, a las afueras de Roma, se montó
un decorado sin pies ni cabeza pero con un punto común muy especial, los restos del atrezzo usados para importantes películas rodadas allí. En
el “sanremístico” stage con sabor a Italia se podían encontrar efigies de leones, que hacían de cancerberos
a las bambalinas del escenario, edificios en 3D y bidimensionales haciendo que
el escenario pareciera más profundo de lo que en realidad era, y finalmente con
toda la orquesta en el lado izquierdo de la pastilla central.
Se dieron cita un gran número
de baladas y un elevado número de intérpretes femeninas de gran belleza y
elegancia.
Sumado
a esto hay que señalar la especial realización que hizo la RAI, usando primeros
planos para casi todas las actuaciones y los tan manidos por esa época fundidos
de dos imágenes. Mientras que para las votaciones, la realización se basó casi
todo el rato en planos de la green room y los artistas, mientras que apenas
podíamos seguir las votaciones pues cada cinco minutos enfocaban durante 2 segundos
el scoreboard.
Unos
presentadores muy cariñosos a la vez que poco duchos en las artes de la
presentación, daban paso a las sublimes “cartolinas” (postcards) donde los interpretes
cantaban conocidos temas italianos, y también tenían el papel de presentar a
los mismísimos representantes de las naciones congregados para ese festival, en
las entradas y salidas al plató. Todo iba bien con ellos hasta que llegaron las
votaciones, y el seco Frank Naef se puso más nervioso que nunca con la lentitud
y capacidad burlesca de Toto, y el nulo conocimiento del inglés de Gigliola...
Pese a ello han sido los presentadores que han dejado más huella en la historia
de nuestro eurofestival, y aun se recuerdan frases como: “Silenzio di tumba”
“Grande, Brava”, o el tan usado por un servidor “Aplaudiamola”.
Pues
bien, después de acabar Malta de actuar en tercer lugar, que se incorporó ese año debido a la baja que causó Países Bajos, dieciséis años después de su marcha en 1975; y antes que
el país helvético saliera a escena; el Grande Toto hizo la introducción a otro país
mediterráneo, “la Grece”, y a su representante, una cantante y presentadora
que venía de Atenas aunque había nacido en Patras en 1961, la joven Sophia Vossou de 29 años de edad en aquel momento aunque no lo parezca.
Una vez finalizada la interpretación de Carusso de Lucio Dalla de la mano de la Voz de Cristal, una sublime
interpretación de un complicado tema, Toto sale en imagen junto
a la Diva para presentarla de forma cariñosa hasta llegar a tirarle un beso con la mano.
Vestida,
peinada y maquillada por su peor enemigo, de forma excesivamente rancia y
clásica pero con muchísimo glamour y elegancia salió a escena la griega, un traje negro, bordado todo con guiños a los que serían flores, y
coronados los capullos con brillantes a juego con los brillantes que
ribeteaban, tanto el cuello estilo barco como las muñecas. Y acompañando al
vestido un mantón de gasa de tul, también en negro que le da un aire
distinguido al mover Sophia los brazos de forma tan efusiva, y le confirió el apodo de "La Mosca".
No
llevaba ninguna joya, exceptuando unos enormes pendientes de brillantes, diferentes entre sí y que
destacaban de gran manera, y una alianza en su dedo anular izquierdo, la
alianza de su matrimonio con el autor y compositor de la canción a la vez que
guitarrista que la acompaño en Roma, Andreas Mikroutsikos.
Comienza
la actuación con una orquesta potente, unos violines de ensueño y unas
trompetas de grandeza, que le hacían unos bellos acordes en forma de respuesta
a las estrofas que iba cantando la griega; ella comienza con una voz suave,
grave, triste, que es por otro lado muy difícil de mantener en una situación de
nervios como es la de representar a tu país en el Festival de Eurovisión, pero
al cantar la segunda parte de la estrofa se sube de octava, sacando un color de
voz totalmente diferente, y haciéndola brillar como solo una gran artista sabe
hacerlo. Mientras que con miradas de concentración y de fuerza hace que
vibremos viéndola.
Se
abre paso un arrollador estribillo, cantado en la octava superior, como ya
venía haciendo Sophia, y disfrutando de él, sin plantearse lo que vendría a
continuación. Cuando está terminando el estribillo...
...éste se enlaza con el saxofón que más ha dado que hablar en la historia del Eurofestival, junto a su saxofonista, que es el músico del show al que se le han dedicado las más bellas palabras que existen por parte de todos y cada uno de los amantes del evento musical, brindándole sus mejores cumplidos y recuerdos a la madre del santo músico al que vemos en la imagen superior.
Me gustaría poder leerle el pensamiento a “la Voz de Cristal” para saber que piensa una persona que está dando todo al 100% para sacar una cosa adelante y llega un incompetente y la destroza en tres segundos de forma cruel y por supuesto sin mala intención su proyecto profesional. Así que al dar comienzo la segunda estrofa del tema, Sophia que tenía como coreografía el empezarlo como vemos en la siguiente imagen, sintió más que nunca en su vida ese gesto, imagino que pensando un... Why me? que al año siguiente saborearía las mieles del triunfo.
A todo esto, lo opuesto al saxofón, o sea los bellos violines y las brillantes trompetas irrumpen de nuevo en la obra para darle el paso a la Vossou y que siga cantando los restos del naufragio musical que capitanea... Ella brilla de nuevo, erigida como una madre que está viendo como su hijo ha sido apaleado, mantiene la cabeza alta y calma su rabia para transmitir el arte que corre de sus cuerdas vocales. Canta la estrofa con más fuerza aún si cabe que la primera, se crece ante la adversidad, y da una lección de poder helénico regresando a un estribillo de fuerza hercúlea donde el crescendo es supremo a cada nota que pasa, y donde el final del mismo enlaza en singular belleza con el puente...
… un puente especial, de dulzura primaveral, donde la flauta travesera tiene un importante papel, donde toda la fuerza de una obra se reduce de repente, en un instante, al amor elevado a su máxima expresión, donde “la Voz de Cristal” se hace añicos, rota por la ternura. Y de repente en una eclosión, como la que se produce en primavera al brotar los frutos y las flores, explota el puente en unas frases onomatopéyicas, donde Sophia hace un alarde vocal increíble.
Mientras que el cenit se va acercando, con el cambio de tono producido por el puente, llegamos al estribillo final; donde Sophia va pisando fuerte, como Atila, demostrando su poder, y acercándose las 2 frases finales, los violines vuelven a tomar especial protagonismo, acompañándola en un cierre apoteósico, que pasa de unos brazos abiertos con un abrazo a sí misma en el mismo instante que muestra una sonrisa de victoria, mirando al cielo; como una autentica Diosa.
Su despedida fue rápida, por la puerta grande, con una sonrisa, mientras Gigliola le decía: “Brava! Brava!” Sabiendo que se habían desvanecido todas las opciones al triunfo de la gran favorita del año por parte de los medios de comunicación y las casas de apuestas.
Es
una pena, que una actuación que ha pasado a la historia del concurso como una de las
más especiales, recordadas, veneradas, que siempre ha tenido un gran impacto
entre los eurofans que la conocen por primera vez, quedara tan mal en las
votaciones. No sabremos nunca si realmente el saxofonista la hizo quedar décimo tercera en
vez de ayudarla a tener un Top 5, si quizá lo que estropeó la actuación fue el idioma
griego usado en la performance del 4 de Mayo, o si la imagen tan clásica de
ella no convenció en absoluto. A mi personalmente me da igual, me quedo con su
clasicismo y su sobriedad, y los puntos para otro... que como todos sabemos;
nunca ganan las mejores, y se producen grandes injusticias con grandes temas.
La
votaciones fueron muy especiales, porque como he dicho ya, apenas pudimos ir
siguiéndolas mientras observábamos el scoreboard, ya que el realizador italiano
prefirió hacer una realización especial del momento más álgido de la noche, al
dedicarse durante más de una hora que duraron los votos a emitir por la red de Eurovision las caras de los interpretes mientras recibían los votos; cosa de
nunca se había, ni se ha visto en 58 ediciones del certamen, excepto en esa.
Debido a la disposición de las mesas de la "sala de la esperanza", los tres países que se jugaron las plazas 4ª, 5ª y 6ª, rodeaban de
forma que dejaban cerrada a la mesa de la delegación griega y a Sophia Vossou,
a la que podemos ver durante todas las votaciones muy seria, siguiéndolas con
interés y especial concentración, posiblemente por la mala sonorización y el mucho ruido del salón, y
encima con un scoreboard que no aparecía apenas. También se la ve en determinados momentos divirtiéndose y
sonriendo aunque debía estar pasando un momento horrible, pues ser favorita
durante la semana de ensayos, y luego llevarse ese chasco, debió ser un
momentazo total... Pues encima de eso,
la pobre helena tuvo que soportar los chillidos de Georgina Abela cuando Malta
recibía algún doce, las caras de flipada de Sandra Simó cuando le daban
votaciones altas, y el histerismo español en la parte central de las votaciones
por ir primeros y estar luchando por la victoria.
A pesar de esos gajes del oficio
de representante de un país en tan magno evento, se ve que Sophia se alegraba cuando
votaban a los demás, y sobre todo a ¡España! Pues aplaudía a rabiar. Aunque
Sophia sonreía de agradecimiento cada vez que le daban algún puntejo durante
las votaciones, solo fue capaz de sacar 36 puntos, recibidos de:
12
puntos: Ni Chipre se los concedió, dándole el placer a España de recibirlos...
10
puntos: Chipre
5
puntos: Malta y España (que por una vez hizo lo que debía)
4
puntos: Yugoslavia e Israel
2
puntos: Austria e Italia
1
punto: Irlanda, Noruega, Finlandia, Bélgica
O
sea, por lo tanto, de 21 países, le concedieron puntos 11 de ellos, lástima que
las concesiones fueran tan bajas, pues de haber sido un poco más altas de 7º u
8º puesto no se hubiera librado. Fue
y sigue siendo a día de hoy una de las grandes injusticias del ESC, aunque ha
habido tantas otras... gracias a Dios el 21 de Mayo de 2005 fue vengada
por Helena Paparizou, y Grecia finalmente obtuvo la victoria que merecía desde
1991.
Os dejo el ensayo del tema durante los días previos, que es un documento gráfico inolvidable y entrañable.
I Anixi es una canción de amor, una canción en la que el
objetivo final es soñar con la pasión de tener cerca al ser que amas, una
canción en la que se relata el anhelo de tener cerca al ser que llena tu
interior, e invade hasta lo más íntimo de tu ser. Con una descripción
metafórica de lo feliz que le hace al ser humano el ser correspondido en el
amor.
Os ruego mil disculpas por haberme extendido tanto, pero tenía pendiente hacer este sentido homenaje al mayor maltrato del acontecimiento anual melódico de Europa. Eurobesos para todos y mañana vendrá la medalla de bronce de la mano de Patricia Kaas y Et s'il fallait le faire por FRANCIA en 2009.
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